En la teoría liberal clásica, si cada sujeto persigue su propio objetivo "individualista", automáticamente las fuerzas del mercado equlibrarían a ofertantes y demandantes y todos alcanzaríamos la saciedad.
La realidad pragmática, demuestra que no hay tal equilibrio y que no todo en la vida es el mercado. Lo que prima es el desequilibrio, el egoismo, la ambición desmedida, la sensación de carencia y la locura. Por lo que la ecuación, refutando a la teoría liberal clásica, es la siguiente: La suma de los sentidos individuales, lleva al sin sentido general.
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