miércoles, 29 de octubre de 2008

Sesión 24: "La consulta gestáltica II"

La última sesión con mi psicóloga fue un diálogo entre sordos, algo de no creer. Con expectativas renovadas necesité verlo a mi terapeuta gestáltico, en busca del otro enfoque y pasar del pensamiento a la acción.

Una vez descalzado, y reclinado sobre unos almohadones con bordados de elefantes dorados, le comenté:

- Quiero dejar a mi psicóloga, pero no puedo. No sé cómo decírselo. Es más, no sé qué es más difícil, si dejar a una chica con la que uno sale o la psicóloga. ¿Cómo hago? Se me ocurrió esperar que llegue el mes de enero, decirle que me voy de vacaciones, pero no avisarle cuando regreso.

- Contame un poco más los inicios de tu relación con la psicóloga. ¿Cómo se desarrollaban esas primeras sesiones que hicieron que continuaras?

- Al principio no hablábamos, nos quedábamos callados 25 minutos.

- ¿Y el resto?

- No había resto. Como no sabía qué decirle me rajaba antes.

- ¿Y después cómo evolucionó todo?

- En las sesiones siguientes yo hablaba un poco más, pero tampoco llegaba a cubrir todo el tiempo de la sesión.

- ¿Y el resto?

- Le preguntaba sobre ella.

- ¿Y qué pasa ahora?

- Ahora la noto mejor.

Se quedó meditando unos segundos y luego me dijo:

- Hay personas que se aferran tanto a las cosas, a ciertas relaciones, a sus rutinas... buenas o malas, que luego no pueden desprenderse. Ahora vamos a hacer un ejercicio.

Sacó de una caja de mimbre marrón dos bochas de plastilina, una verde y otra azul. Me pidió que haga algún objeto y que me tomara el tiempo necesario hasta que quedara yo conforme. Luego de maniobrar unos minutos con mis torpes manos, pero con una dedicación y concentración inusitada, le presenté una casa de plastilina con todos los detalles que ésta pudiera tener.

- ¿Te gusta? -Me preguntó-.

- Creo que sí, le puse dedicación.

- Ahora tirala a la basura.

- ¿Qué? No, no quiero. Es algo que hice yo, invertí mi tiempo en eso.

- A veces esa inversión de tiempo y dedicación, es lo que hace que a uno le cueste desprenderse de ciertas cosas, aunque no le hagan bien del todo.

Luego me pidió que me ubicara en un punto fijo dentro de la sala y que visualice en mí al Andrés que yo desearía ser y que piense qué consejo le diría éste al Andrés que soy, que estaría ubicado en otro punto de la sala.

´Andrés que deseo ser´: - No sé, le diría que no tenga miedo de vivir, que sea feliz...

- A mí no me lo digas, decíselo al andrés que tenés ahí en frente -me corrigió el terapeuta, señalándome un punto en el espacio delimitado por un almohadón-.

´Andrés que deseo ser´: - Hacé como yo, disfrutá la vida, atrevete a todo, no pidas permisos internos para tomar decisiones y que no te de miedo ser feliz. Desprendete de tus culpas y no te aferres a las cosas que no te hacen bien, es fácil, se puede, yo lo logré. Cambiá!

- Buen trabajo -me dijo el terapeuta-. Ahora tirá a la basura y con fuerza a esa casita de plastilina que hiciste.

Yo tiré la casita de plastilina a un tacho de basura, tal como me lo pidió.

- Bien! ¿Qué siente en este momento el otro andrés, el de las dificultades?

- Me siento mejor, como que no es tan difícil cambiar y desprenderse de lo que a uno le pesa. Es una cuestión de actitud. Creo que cambié mi forma de pensar las cosas y ver la vida. Es como que me siento otro, me siento nuevo.

- Es lógico. Esta terapia es así, se buscan soluciones. ¿Tenés $90 justo? Porque sólo tengo un billete de $10 y no quiero quedarme sin cambio.

- No, tengo $100.

- Qué lástima, voy a ver después cómo me arreglo. Te veo la semana que viene.

- Te quería pedir una cosa antes de irme.

- Sí, decime.

- ¿Me podrías devolver mi casita de plastilina?

5 comentarios:

Hernán Heyman dijo...

CLARIN *****
No solamente son historias creibles sino que el modo de redacción atrapa al lector hasta el último momento. Recomendado.

LA NACION *****
Un blog que no puede dejar de visitar. Historias atrapantes que no se resuelven hasta la última línea. ¡Imperdible!

Lorena Frost dijo...

me dieron ganas de platilina!!

Hernan: Para tanto???

Javi dijo...

Qué recuerdos con la plastilina. ¿Y la famosa “Crealina”? ¿Quién no hizo un soso cenicero con “Crealina”? El gestáltico es un capo. Apostaría que es pariente lejano o “gomía” del encargado de la playa de estacionamiento…

Anónimo dijo...

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